Eran las 14.44 del 17 de marzo de 1992 y en la Embajada de Israel las personas iban y venían con gestiones referidas al trabajo, quién podía imaginar que un minuto después, la elegante mansión del número 910 y 915 (Embajada y Consulado), en la calle Arroyo en la ciudad de Buenos Aires serían un montón de escombros entre heridos y muertos. El terrorismo es una sombra que puede estar a tu lado.
Tanto la sede del gobierno del Estado de Israel en Buenos Aires como una iglesia adyacente desaparecieron de la realidad concreta y pasaron a ser un homenaje In Memoriam sin justicia ni reparación hasta la fecha de hoy. El Hezbolá o “partido de Dios” reivindicó la masacre y a pesar de un informe del Mossad que reveló hasta el nombre de la persona que conducía la autobomba, el atentado sigue impune. Provocó 22 muertos e hirió a 242 personas.
El pueblo judío donde quiera que se encuentre seguirá reclamando Justicia conforme al mandato sagrado: “JUSTICIA PERSEGUIRÁS”.