Las crisis migratorias ponen bajo presión las fronteras exteriores de la UE.
Por Matías Fidel.
Durante los últimos 8 años, la localidad italiana de Ventimiglia, situada a unos 8 km de la frontera con Francia, ha sido escenario de una crisis migratoria constante. En 2015, Francia restableció los controles en las fronteras internas, convirtiendo a Ventimiglia en un punto crítico para los migrantes que intentan llegar a los países del norte de Europa. Según las normas de Schengen, esta medida debe ser “excepcional” y “estrictamente limitada en el tiempo”. El gobierno francés justificó la medida como respuesta a la “amenaza terrorista”.
En septiembre, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea declaró que las deportaciones forzosas son ilegales y contravienen las normativas de la UE sobre el retorno de inmigrantes. El tribunal señaló que los afectados deben “tener un plazo determinado para abandonar voluntariamente el territorio”.