Hace 200 años, el presidente de los Estados Unidos, James Monroe, estableció una visión del dominio estadounidense en el hemisferio occidental. Desde entonces, los Estados Unidos han respaldado decenas de golpes de Estado y dictaduras para defender su dominio hemisférico.
En Chile, un movimiento revolucionario y su visionario líder, Salvador Allende, se atrevieron a desafiar esa dominación para construir un Chile nuevo, soberano y socialista. Por su valentía, Allende y su gobierno de la Unidad Popular se enfrentaron a un “bloqueo invisible” y, en última instancia, a un sangriento golpe de Estado dirigido por el general Augusto Pinochet.
“Trabajadores de mi patria, tengo fe en Chile y en su destino”, dijo Allende en su discurso final desde La Moneda, el palacio presidencial de Santiago, mientras llovían bombas. “Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor”.
Párrafos obtenidos de la Internacional Progresista, en conmemoración de un nuevo aniversario del atentado terrorista del 11 de septiembre de 1973.