La Escaloneta es una ética

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Por Gabriela Fernández Rosman

Más de uno se estará preguntando cuánto pueden sostenerse en el tiempo esas prácticas, buenas y deseables para vivir mejor, que instaló el equipo de la selección dirigida por Lionel Scaloni a partir del bajo perfil que lo caracteriza y la evasión de rimbombancias en sus declaraciones.

Trabajo en equipo, cohesión interna, elusión de personalismos aunque existan figuras que descollan por sí mismas, varias. Ese factor no está explotado adrede por la filosofía del entrenador y eso está claro. En cada aparición en público, en cada conferencia de prensa se refiere al trabajo de todos con un humildad digna de ser distinguida y con una falta de exitismo que hace ruido para quienes están acostumbrados a los destellos narcisistas de un populismo en decadencia como el que vive la República Argentina.

En cada expresión del director técnico de nuestra selección, la de todos los argentinos y de la que podemos estar orgullosos,  hay una dosis de realidad que no condice con las estrellitas de colores que pretenden vendernos a diario más de uno de nuestros dirigentes políticos. Sus palabras son concretas y a corto plazo, fue avanzando con una estrategia de no generar expectativas desbordantes y consiguiendo los logros paulatinamente sin intentar ser extemporáneo sino como quien tiene una meta bien definida a la que pretende llegar con la ingeniería del trabajo conjunto a nivel humano y técnico.

Parece que Lionel Scaloni tiene la sencillez de los grandes, de ésos a quien no les hace falta acercarse al fuego para iluminarse porque tiene luz propia y la refleja. No necesita acarrear gente en los colectivos ni tampoco generar banderazos porque cada argentino está con él, compartiendo un único sentimiento, el de mostrarle al mundo que la Argentina puede y vale la pena el esfuerzo porque este país de inmigrantes y originarios, surgido y trabajado desde abajo tiene que tener la oportunidad de vivir una alegría masiva a partir de un deporte que lo lleva en el alma.

No sólo lo sabe él y cada jugador como todos quienes integran nuestra selección argentina sino cada ciudadano que está sufriendo una economía nefasta, un salario que no le alcanza para cubrir sus necesidades básicas o que sale de su casa sin tener la certeza de que no va a sufrir ninguna situación de inseguridad. La alegría masiva que solamente puede otorgar una copa del mundo en una república que ya no es “la cosa de todos” (res pública) sino de algunos que se arrogan el derecho de sentirse más que el resto.

 

¡Gracias Scaloni, sos un ejemplo a seguir!

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